Una guía para cultivar la plena consciencia en la educación
LOS EDUCADORES FELICES CAMBIAN EL MUNDO
Autores: THICH NHAT HANH y KATHERINE WEARE
Editorial Kairós
" Carta a un joven maestro
THICH NHAT HANH
Querido colega:
Soy educador y amo mi trabajo. Sé muy bien que tú también amas el tuyo. Todos queremos ayudar a los jóvenes a ser felices y a que hagan felices a los que les rodean.
Nuestra misión, en tanto que educadores, no se limita a transmitir conocimientos; supone también formar seres humanos, construir una raza humana valiosa y bella que pueda cuidar de nuestro hermoso planeta.
Soy muy afortunado porque las personas con las que trabajo y convivo (especialmente los jóvenes) comparten ese mismo ideal. Desean aprender a transformarse para vivir felices y ayudar a otros a hacerlo también. Por eso, cada vez que entro en mi aula, se da una felicidad y comprensión mutua entre maestro y estudiante, una fraternidad que hace mucho más fácil la tarea de enseñar y estudiar.
Siempre procuro estar al tanto de la vida de mis estudiantes. Les cuento mis dificultades y sueños para que la comunicación entre nosotros permanezca siempre abierta. Sabemos que los niños, los estudiantes de ahora, padecen mucho sufrimiento. A menudo, su causa es el sufrimiento de sus padres. Los padres no pueden comunicarse entre sí, y la comunicación entre padres e hijos también es difícil. Existe cierta soledad, cierto vacío en el niño que intenta colmar con videojuegos, películas, televisión, comida, drogas y cosas similares.
Conoces muy bien esta cuestión.
Existe una enorme cantidad de sufrimiento en los jóvenes, y eso hace mucho más difícil el trabajo de los educadores. Nosotros mismos, educadores, también conocemos dificultades. Nos esforzamos al máximo, pero también hay mucho sufrimiento en nuestro entorno, en nuestra familia y en los compañeros de trabajo.
Si nosotros y nuestros colegas educadores no somos felices, ¿cómo podemos esperar que lo sean los niños y jóvenes? Esta es una cuestión fundamental. Quizá nos falte paciencia, comprensión, frescura o compasión suficiente para poder enfrentarnos a tanto sufrimiento. Necesitamos una dimensión espiritual que nos ayude a transformarnos para poder empezar a ayudar a transformarse a los que nos rodean: los miembros de nuestra familia, nuestra pareja, todos los demás. Si tenemos éxito en esta práctica, nos hacemos personas más agradables y compasivas.
Traer la mente al cuerpo
El primer paso es regresar a uno mismo: la salida está adentro. Regresa a ti mismo para poder cuidarte. Aprende a generar una sensación de felicidad; aprende a lidiar con una sensación o emoción dolorosa; escucha tu propio sufrimiento para que puedan nacer la comprensión y así sufrir menos. Este es el primer paso y, como educador tienes que ser capaz de hacerlo. Debes empezar por ti mismo. Tenemos métodos de práctica para ayudarte a hacerlo, y podemos practicar juntos con alegría.
Gracias a la respiración consciente, podemos traer la mente de regreso al cuerpo y cuidar primero del cuerpo. Después de que lo hayas hecho para ti, podrás hacerlo para los demás. Si tú no has podido cambiar, será muy difícil poder ayudar a cambiar a otra persona para que sufra menos. Si hay en ti más paz y amabilidad, te convertirás en una persona más agradable y por eso te será mucho más fácil ayudar a otro a sufrir menos.
Hay en tu cuerpo
tensión y dolor. Con la práctica de la plena conciencia, puedes regresar al
cuerpo, reconocer la tensión y el sufrimiento que hay en él y respirar de forma
tal que seas capaz de soltar ese sufrimiento. Media hora, incluso cinco minutos
de práctica pueden ya cambiar la situación.
La plena consciencia
es una energía que nos ayuda a estar totalmente presentes en el aquí y el
ahora, conscientes de lo que está ocurriendo en nuestro cuerpo, en nuestras
sensaciones, en nuestra mente y en el mundo, y así entrar en contacto con las
maravillas de la vida que tienen el poder de nutrirnos y sanarnos.
El arte de vivir
La práctica de la plena consciencia es la práctica de la
alegría. Es un arte de vivir. Con plena consciencia, concentración y visión
profunda puedes generar una sensación de felicidad y alegría siempre que
quieras. Con la energía de la plena consciencia también puedes gestionar una
sensación o emoción dolorosa. Si no hay en ti energía de plena consciencia,
tendrás miedo de ser desbordado por el dolor y el sufrimiento que hay en ti.
La plena consciencia
es siempre plena consciencia de algo. Cuando practicas inspirar y espirar de
forma consciente, eso es consciencia de la respiración. Cuando practicas caminar
en plena consciencia, eso es consciencia del caminar. Cuando tomas el desayuno
de forma consciente, eso es consciencia del comer. No necesitas sentarte en una
sala de meditación para poder practicar la plena consciencia. Puedes hacerlo
mientras te duchas, al volante, en la escuela, trabajando en algún proyecto y
en tus relaciones con otras personas. Puedes practicar la plena consciencia de
pie, caminando, sentado o tumbado. La energía de plena consciencia generada por
la consciencia de la respiración o la consciencia de nuestros pasos al caminar
nos ayuda a traer la mente de regreso al cuerpo, y cuando mente y cuerpo se
unen, estás realmente establecido en el momento presente. La vida con todas sus
maravillas, con todas sus fuentes de regeneración y sanación (la alegría, la
felicidad, la paz) solo está disponible en el momento presente. El pasado ya se
ha ido, el futuro aún no ha llegado: el momento presente es el único en que
puedes vivir la vida de verdad.
La plena consciencia siempre ayuda a aumentar la concentración, y juntas, plena consciencia más concentración, pueden hacer que aparezca la visión profunda. Cuando inspiras de forma consciente, concentrándote en la inspiración, puedes descubrir cosas muy sencillas pero esenciales, como la consciencia de que estás vivo y de que tienes un cuerpo. <<Sé que tengo un cuerpo>> es ya una visión profunda, una toma de consciencia. Estoy vivo, estoy viva, soy libre, estoy presente en el aquí y el ahora. <<Inspirando, sé que estoy vivo, estoy viva, y estar vivo es un milagro: el mayor de los milagros>>. Cuando inspiras, sabes que estás vivo, porque una persona muerta ya no puede inspirar. Mientras espiras, puedes ya celebrar el hecho de estar aún en vida. Tus pulmones son lo bastante fuertes para poder disfrutar de la inspiración; tus pies son lo bastante fuertes para poder disfrutar de la inspiración; tus pies son lo bastante fuertes para poder caminar y tocar la tierra con cada paso. Hay infinitas condiciones para ser feliz disponibles. Gracias a la plena consciencia y a la concentración, surge continuamente visión profunda, una comprensión honda.
Deja de correr
Existen innumerables condiciones
para ser feliz. No necesitamos nada más. Si tomáramos un lápiz y anotáramos todas
las condiciones para ser feliz con las que ya contamos, no bastaría una hoja,
ni dos: ni siquiera diez hojas serían suficientes. Anotar las condiciones para
ser feliz de las que dispones es una meditación importante.
Cuando reconoces esas condiciones que ya tienes, puedes sentirte feliz y
alegre ahora mismo, aquí mismo. Muchas personas confunden la felicidad con la excitación,
pero la excitación no es exactamente felicidad. Cuando estás excitado, no hay
en ti suficiente paz, la felicidad no es real. La plena consciencia es un tipo
de práctica que nos ayuda a comprender en qué consiste la verdadera felicidad:
no proviene de los objetos que ansiamos, como la fama, el poder, la riqueza o
los placeres sensuales, sino de la comprensión y la compasión.
La verdadera felicidad implica que no necesitas correr ni perseguir nada
más. Cuando reconoces que dispones de innumerables condiciones para ser feliz,
surge una sensación de satisfacción por estar en el aquí y el ahora, dondequiera
que estés. Si puedes hacerlo, podrás generar una sensación de felicidad y
alegría siempre que quieras. Podemos crear alegría y felicidad no solo para uno
mismo sino para los demás. Tu propia plena consciencia puede ser contagiosa y
hace que los demás recuerden. Recuerdan que estamos en un mundo maravilloso,
que pueden experimentar las maravillas de la vida que están disponibles, eso
puede hacerlos felices. Si tú estás alegre, feliz y atento, encenderás la
lámpara de la felicidad y la alegría en los demás, porque en cada uno de
nosotros existe la semilla de la plena consciencia, la semilla de la atención.
Este es un arte y no tiene nada de difícil. Como educador, puedes realizar ese
milagro en unos pocos segundos, y puedes hacer felices a tus estudiantes."
Seguiremos la próxima semana, espero disfruten de esta lectura.
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